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NO AL DESMANTELAMIENTO DE LA RED DE BIBLIOTECAS PÚBLICAS DE CASTILLA LA MANCHA.

Las Bibliotecas Públicas tienen las puertas abiertas para que las utilicen libremente y en igualdad de condiciones todos los miembros de la comunidad. Lo colectivo, lo común y compartido son la esencia de las bibliotecas, que en Castilla la Mancha son en su inmensa mayoría bibliotecas municipales rurales, más del 90% de los municipios en nuestra región tienen menos de 20.000 habitantes.
Las bibliotecas son un lugar de encuentro, de lectura, pero también de cultura en su más amplio sentido, son auténticas dinamizadoras de la vida de los pueblos. Los bibliotecarios municipales de la red de Bibliotecas de Castilla La Mancha son mediadores sociales, estimulan la vida cultural y social, fomentan y animan a la lectura, colaboran con proyectos de interés local. Únicas referencias culturales que trascienden las tradiciones especialmente de lunes a viernes cuando solo habitan los residentes. Y en estas zonas rurales llega poco, muchas veces ni internet, proporcionado también por las bibliotecas.
No puede haber Biblioteca sin bibliotecario. Alzamos la voz los bibliotecarios municipales que sufrimos jornadas insuficientes, precarias y con un altísimo porcentaje de medias jornadas laborales o inferiores. En la mayoría de los municipios existe un solo bibliotecario, generalmente personal laboral con categoría profesional de auxiliar de Biblioteca. Bibliotecarios de facto pero con sueldos y categoría profesional mucho más bajos que su ejercicio profesional real, o simplemente abiertas sin personal bibliotecario, atendidas por ejemplo por el alguacil local. 42 han sido cerradas ya en nuestra región, mientras que otros muchos bibliotecarios son presionados con amenaza de cierre, de despidos, con la precarización de sus condiciones de trabajo, contraviniendo la propia ley de bibliotecas.
No se puede hacer biblioteca sin un apoyo institucional traducido en los recursos fundamentales para desarrollar nuestra función, apoyo que es esencial en el buen funcionamiento de este servicio público. Sin embargo, y en paralelo a las draconianas medidas que sufren las Bibliotecas Públicas del Estado, que el gobierno regional gestiona en las capitales de Castilla-La Mancha, tanto en recursos económicos e infraestructuras como en personal, las bibliotecas municipales llevamos tres años en el más absoluto desamparo sin recibir un euro, se argumenta que no hay dinero y que el que hay ha de dedicarse a otras necesidades más acuciantes. No es de extrañar que se nos toree con argumentos sin datos reales. Está claro cuáles son las prioridades para este gobierno. Para ellos somos un gasto, casi un lujo insostenible, inútil por improductivo. No somos rentables, pero ¿Hemos de serlo? ¿Rentabilidad económica? Efectivamente no es esa la nuestra, somos un servicio público y somos altamente productivos en democratizar la cultura a través de la lectura y muchas otras actividades en aquellos lugares donde la redistribución de la democracia va paralela al ínfimo número de votantes. Por ejemplo, nos encargamos que a los niños con menos recursos de nuestras poblaciones no les falten los libros de lectura obligatoria, y no gratuitos, para sus escuelas e institutos. Y por supuesto “no generamos puestos de trabajo”, para eso están los cementerios nucleares en zonas igualmente despobladas.
Denunciamos el desmantelamiento paulatino de la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha, tras muchos años de enorme esfuerzo colectivo, y pedimos a los ciudadanos que luchen por las bibliotecas públicas de sus localidades, que son las que pueden garantizarles el acceso libre, plural y democrático al conocimiento, a la información, a la educación a lo largo de la vida y al ocio creativo. Que no duden que las bibliotecas públicas son firmes aliadas de los ciudadanos para el bienestar social y la convivencia.
La cultura, ese peligroso licor guardado en las barricas de los monasterios, que se convierte en subversión destilada por doquier a través de los libros; licor que provoca un brillo especial de libertad en los ojos. Pero aun siendo redistribuidores de cultura democrática, no brillamos tanto como otros colectivos hermanos, actores de cine o teatro por ejemplo, que están pasando por lo mismo que nosotros. No somos un colectivo fuerte, si la gente se queda sin bibliotecas en pueblos que se van deshabitando lentamente, ¿A quién le va a importar? No vamos a poder presionar como lo han hecho con enorme coraje los trabajadores de la recogida de basura en Madrid. No vamos a brillar como la falta intolerable de medios en los hospitales públicos, ni la emigración de nuestros científicos o nuestros jóvenes.

Libros encerrados en la soledad mate de bibliotecas clausuradas en este proceso de desmantelamiento de la red de bibliotecas de Castilla la Mancha. Pueblos sin brillo, sin escuela, sin médico, sin biblioteca, esperando sin paraguas la llegada de la lluvia amarilla, desde Toledo. ¿Es esta la sociedad que queremos?
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